martes, 18 de septiembre de 2012

El cártel de Los Zetas, tras las grandes fugas

Eran militares, descontentos por la paga, el trato y el esfuerzo no reconocido durante décadas, desde gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), hasta el naciente gobierno de Acción Nacional (PAN), entonces logrado por Vicente Fox Quesada, que no pugno “el gobierno del cambio’’ para ofrecer mejores expectativas a los castrenses. Arturo Guzmán Decena, un militar de carrera, fue tentado por un enviado de Osiel Cárdenas Guillén “El Mata Amigos’’, entonces capo del cártel del Golfo, para ser por un montón de dólares, su principal jefe de escoltas y protegerlo contra El Estado y sus enemigos. Ahí nació la leyenda de “El Z-1’’, de nombre Guzmán Decena. Se jalo 39 militares más, todos ellos del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES), de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), aunque lo nieguen. No lo inventamos, nos contó entonces un procurador de nombre, Rafael Macedo de la Concha, que por cierto es general. Pero además, un funcionario, que se le conoció por décadas luchando como Agente del Ministerio Público Federal en la PGR y llegó a ser uno de los mejores, Fiscales Antidrogas del país, no solo reconocido por las secretarías de la Defensa Nacional (SEDENA), Marina Armada de México (SEMAR). Sino, por las agencias estadounidenses: Drugs Enforcement Administration (DEA), Bureau Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives (ATF) y US. Immigration and Customs Enforcement (ICE), del que no se recuerda su nombre: José Luis Santiago Vasconcelos, solo se ilustra a un exsecretario de Gobernación panista: Juan Camilo Muriño. ¡Ojo! No vamos a realizar una apología, como hacen funcionarios pequeños y grandes de sus “ilustres´´ detenidos, presentados con bombo y platillo de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) o Policía Federal. Pero es cierto. Lo que el exprocurador y el entonces Zar Antidrogas, comentaban ante amigos, era cierto. Los Zetas se iban a convertir en un dolor de cabeza para el gobierno que estuviera en turno y aún lo siguen siendo. Son ciertos los datos duros, que nos ofreció en su momento Don José Luis Santiago Vasconcelos, otros de ellos los leerán este miércoles en El Economista escrito. Lo único que podemos adelantar, es que de esas fugas masivas del 2008 al 2012, al menos en las de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Veracruz y Zacatecas, Los Zetas, los fraguaron, pagaron y operaron para liberar a por lo menos 546 sicarios que han sido leales a ellos. Cuando el General y El Zar Antidrogas, comentaban que iban a rescatar de las cárceles con atrevidos operativos a sus mejores hombres. Pues no creímos. Hoy casi 12 años después, no tenemos dudan y por eso hasta los Estados Unidos los juzgan como un peligro para su seguridad nacional, no solo la nuestra. La pregunta era: ¿Por qué sacarlos. Acaso, no hay más carne de cañón? Respondieron: ¡Si claro. Pero no como los conocidos y probados! Fue algo incomprensible, hoy no. Otros datos que leerán, son muchos más. Estados donde más han ocurrido. Todo probado, nada de volar, palabra periodística. Están ahí, sólo hay que reflexionar. Hay algo que siempre persigue a un reportero: “estudie periodismo, no es ciencia exacta’’. Pero aquí estamos. CONTRADICCIÓN DE TESIS ¿Cómo ven a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), al frente de un tal, Raúl Plascencia Villanueva? Que sale a decir, que las circunstancias de los penales son “uno de los grandes lastres del país’’. Qué descubrimiento y que noticia. Se parece a un tipo, que dijo que con 6,000 pesos, un expostulante a ser nominado a la candidatura del PAN, ahora ilustre legislador, que hueva repetir su nombre, que el país está bien, pero cuando no, salen y dicen: “se los dije’’, cuando por hablar, no les cobran, al contario les pagan, pero que lo hagan bien. ¿Dónde están los dientes que le dio el Congreso a la CNDH, para ser feroces? RUBÉN TORRES. rtorres@eleconomista.com

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