Que no sea un número PROVICTIMA

La Procuraduría Social de Atención a Víctimas de Delito (PROVICTIMA), que encabeza desde el martes, oficialmente, Sara Irene Herrerías, por decisión del presidente Felipe Calderón, es más que esperanzas, no de los medios de comunicación, sino a padres, madres y familiares que viven del dolor, de los suyos que no están.
¿Cómo saber, si sus seres queridos, viven, están secuestrados o aparecieron tirados por ahí y quedaron en una fosa común en algún lugar? Ese es el reto, nada más.
Esto en el mejor de los casos, claro. Iniciativas y reformas del Presidente, descansan en el sueño de los justos. Empero, es un paso enorme para cientos o tal vez miles de familias que como madres o padres de los 40’s y 50’s, esperan, aún, con ansia el regreso de alguien que lleva su sangre.
No se pide mucho, sólo saber, dónde quedaron los restos de sus seres amados.
En el Consejo fiscalizador a PROVICTIMA, están Isabel Miranda de Wallace, claro ejemplo de esperanza. Los asesinos de su hijo, que tanto batalló y ella llevó ante las autoridades y aun sin encontrar sus restos.
No otro caso más. Una realidad. Don Alejandro Martí, víctima de un mexicano que surgió del dolor del secuestro. Perdió a su hijo Fernando, igual que María Elena Morera, caso similar, con el agregado de Patricia Caso.
Lo que no se sebe hasta el momento, más que el espectacular anuncio Presidencial, es que nació PROVICTIMA, pero hasta ahora, no se sabe con ¿qué recursos van a amamantar, cuál, será su domicilio conocido y qué, herramientas existen para investigar.
¿Será un Ministerio Público?
¿Responderá a lo que la procuraduría General de la República (PGR), con Marisela Morales o la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), al frente del vapuleado, Genaro García Luna –sin fundamentos, hay que reconocer- en el Senado?
Porque aún, con toda la apertura y apoyo del Ejecutivo Federal, no creemos que vaya a tener cooperación de las secretarías de la Defensa Nacional (SEDENA) y Marina Armada de México (SEMAR), simplemente, porque no se puede entrar a esas áreas abiertamente para conocer excesos de sus elementos.
Todo aquel que diga que sí, pues lo mejor es dejarle la ilusión de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que es un centro de espectáculos, como el que se dio durante la “Plaza Mariana’’, donde todo mundo se saludó, se ofrecen buenos deseos, pero no se hace nada.
Hasta el momento. Lo único que se tiene de su existencia es, el número telefónico 018008428462 o 01800VICTIMA, que todavía no funciona.
Se supone que PROVICTIMA estará funcionando 24 horas del día, los 365 del año. Días que ya son pocos que quedan a Felipe Calderón.
Pero aún. No existe inmueble, dónde serán asistidos los dolientes de desaparecidos. Imagino que son de ilícitos delictivos de carácter federal, porque en las entidades ya existen sitios, con personas, lugares y recursos, para hacer algo o nada, para que lo que se supone, llegar a encontrar a una persona “desaparecida’’ o “extraviada’’.
El deseo es que PROVICTIMA no sea una oficina nada más, para recibir denuncias o endosar documentos, sino de respuesta ante la incertidumbre.
Eso lo dudamos aún, pese a que Calderón, expreso, que él estará pendiente a las acciones de la nueva flamante oficina creada y entregada a manos de Sara Irene Herrerías.
Esto, porque fue clara su expresión: “tengo la impresión que el número de personas desaparecidas, es muy alto en el país’’.
Por eso es que desde el alumbramiento de PROVICTIMA, se piensa y se desea: “No, sea un anuncio más’’.

CONTRADICCIÓN DE TESIS

No soy “mezquino’’ como nos dijo una vez, Genaro García Luna. Pero de verdad en su comparecencia en el Senado de la República, puedo entender que no lo quieren.
No todo es malo en él, sí hizo algo. Se esforzó. Y decimos en pasado, porque le cayeron instituciones muy jodidas, que siguen igual o peor.
¡Honor a quien honor, merece!
¡¡¡¡Pero no pudo!!!!



Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com