jueves, 12 de julio de 2012

¡Y Genaro Góngora Pimentel?

Arturo Núñez, priísta verde, blanco y rojo de cepa, logró su cometido, gobernar Tabasco. No lo logró por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), se vendió bien a “El Amoroso’’, Andrés Manuel López Obrador, dijo, “no se puede probar la compra de votos’’ y ante eso, fue “manchado’’ porque ahí el PRI, obtuvo un “montón’’ de votos. El expriísta, se pintó las uñas de amarillo-negro, fue claro, no se puede probar la “compra’’ del voto. Ahora las izquierdas van por el camino del recurso de “juicio de inconformidad’’ disfrazado para alegar invalidez ante el Instituto Federal Electoral (IFE) de la elección presidencial del pasado 1 de julio, para que se envíe al TEPJF, quien validara o no. Ricardo Monreal Ávila, otro expriísta y que llegó a gobernar Zacatecas al irse al Partido de la Revolución Democrática (PRD), perfiló la estrategia que van con alegatos jurídicos de “violación a los principios de libertad de sufragio, legalidad y certeza’’ en la justa electoral, pero antes “El Amoroso’’, amago con un Plan para la Defensa de la Democracia. Se alegó, que el ganador de las elecciones, Enrique Peña Nieto “El Astroboy’’, rebasó el gasto de campaña fijado de 336 millones 112,084 pesos y presentará pruebas “científicas’’. Eso no camina así, por el corredor de la impartición de justicia electoral y lo jocoso, es lo de “encuestas’’, de nuevo contra los medios de comunicación. El gallo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para defender “legalidad’’ le corresponderá a Jesús Murillo Karam y por “El Amoroso’’ López Obrador, Monreal y Jaime Cárdenas, hicieron de lado a Arturo Núñez, bien por eso, están en su derecho. La pregunta es, dónde se encuentra el ministro jubilado, Genaro David Góngora Pimentel, quien podría haber encaminado a un juicio mental a López Obrador y seguidores, incluso a los del movimiento 132, por el paso de la cordura. Será que Góngora Pimentel, uno de los ministros-presidentes de la época moderna en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que impulso de forma enjundiosa la independencia del Poder Judicial de la Federación, incluyendo al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), no TRIFE, como dicen algunos ignorantes, se hizo de lado. Vamos “paso a paso’’. La causa de nulidad, que pretenden las izquierdas, fue derogada en la reforma de 2007-2008. ¡Ojo! Votada por todos los partidos políticos, entonces ahora qué, sería pregunta. Las causales de anulación de elección son claras, por qué sí existen y son: que al menos el 25% de las más de 143,000 casillas de votación sufrieran afectaciones en “tiempo’’ y “lugar’’; Cómputos o entrega de paquetes electorales sin causa justifica; si voto alguien sin credencial de elector; Si se impidió el voto; Se ejerció violencia física o presión al ciudadano. No podemos sostener que eso no haya pasado, pero tampoco que no, en todo el país. Sólo ¡dos casillas! no fueron colocadas. Además que todos, repito, todos los partidos políticos, involucrados incurrieron en dádivas y coacción del voto. ¿Qué dice el Código Penal sobre delitos electorales en 13 fatídicos artículos? Solo vamos a referirnos el artículo 403, tercer y cuarto inciso: Se impondrá a quien… “haga proselitismo o presione objetivamente a los electorales el día de la jornada electoral, en el interior de las casillas o en el lugar que se encuentren formados los votantes, con el fin de orientar el sentido de su voto’’. “Obstaculice o interfiera dolosamente el desarrollo normal de las votaciones, el escrutinio y cómputo, el traslado y entrega de paquetes y documentación electoral, o el adecuado ejercicio de las tareas de los funcionarios electorales’’. Pero ninguno de ellos, ni COFIPE, habla o tiene escrito, que se puede declarar la nulidad de elecciones. Esto, porque sí fuera así, no se solicitaría solo la nulidad de la elección Presidencial, sino toda la celebrada el domingo 1 de julio pasado. ¡Y tan tan! CONTRADICCIÓN DE TESIS Va un recuerdo para nosotros. López Obrador y “La Jefa’’, Josefina Vázquez Mota, lo dijeron fuerte y claro en su campaña: ¡¡¡Reciban lo que el PRI les ofrezca por su voto!!! ¡¡¡Pero voten por mí!!! ¿Entonces, cómo fue? Rubén Torres rtorres@eleconomista.com

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