lunes, 6 de diciembre de 2010

Un Don Juan en la tremenda Corte


La justicia llegó al máximo tribunal de justicia del país: La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Juan N. Silva Meza, un juez penalista que llegó al Poder Judicial de la Federación como ministro, tras la reforma de 1994 implementada por el último presidente priísta Ernesto Zedillo, va que vuela a ocupar el cargo de Ministro-Presidente.
Nadie quiere hacerle sombra. El resto de los ministros, entre ellos, el actual ministro-presidente saliente, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Aunque se intentó desactivar suspicacias, que habría más postulantes al cargo, la realidad no fue así. Silva Meza va en caballo de hacienda.
Es más, ni siquiera de la Presidencia de la República hay entuerto alguno para que el tres de enero del 2011, quien fuera todo un impartidor de justicia de Distrito, presida la SCJN hasta el 2014, cerca del término de su periodo.
Se podrá decir cualquier cosa en los próximos días. Pero la verdad es que el ministro Juan N. Silva Meza está amarrado, cabildeado y aprobado de facto.
Nada más porque cuando llegó tras la reforma constitucional zedillista, que devolvió la originalidad al máximo tribunal de 11 ministros, cuando el populismo priísta lo extendió a 21, asuma la silla, la toga y el mazo del Pleno de la Corte.
Adelantó el decálogo de lo que propone para mantener en boga a la Suprema Corte. Entre esos puntos la “vinculación con la sociedad’’.
Que desde sus antecesores, José Vicente Aguinaco Alemán, el primer presidente de la era moderna, tomo el control. E hizo maravillas para acercar el poder de la Corte a los medios de comunicación, tratando de dejar atrás el oscurantismo que padecía ese Poder y dejar claro la “independencia’’.
Le siguió Don Genaro Góngora Pimentel, que modernizó el lenguaje y la difusión de las ideas y transparencia de los ministros en sus resoluciones en casos complicados. Se recuerdan aquellos del “Anatocismo’’ cuando los bancos cobraban intereses sobre intereses, que claro, los siguen cobrando.
Luego vinieron casos como Atenco, ABC, Amparos Fiscales y algunos relacionados a cuestiones políticas más que terrenales.

CONTRADICCION DE TESIS

Don Guillermo I. Ortiz Mayagoitia siguió. Fue por el camino, salpicado de suspicacias ante casos relevantes, algunos de ellos mencionados, que hicieron mucho ruido pero “pocas nueces’’, o fueron casi, casi llamadas misa, aunque llevaran condenas “entre líneas’’, pero acompañado con “nuevos’’ ministros, algunos de ellos académicos, mas otra mujer, Margarita Luna Ramos.
Que ahora la “influencia’’ presidencial de Margarita Zavala, pretende que llegue una tercera. Eso será decisión del Senado.
Pero vamos por Don Juan N. Silva Meza. En esos caminos, siempre se hizo a un lado. Antes que Góngora Pimentel “sonó, sonó y sonó’’. Incluso en votación llevaba la delantera, pero declino al final. Se supo de una llamada de Los Pinos.
No lo contaron. Lo vivimos.
En la competencia con Ortiz Mayagoitia, sucedió lo mismo. Pero ahora por “derecho natural’’ va en Jauja, no tiene opositores, sino al contrario: ponentes a favor. ¿Quiénes, pues 10 ministros?
Va por todas las canicas durante una presidencia que llegará junto a un cambio de gobierno presidencial, tal vez, incluso de siglas partidistas. Pero esa será otra historia.
Entre sus 10 puntos exponen: Reorientación de Métodos Operativos y Decisorio del Tribunal Constitucional; Consideración e Impulso de los Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos en las Sentencias; Sistematización y Catalogación de Jurisprudencias; Desarrollo de Tecnologías Aplicadas del Trabajo de Información Jurisdiccional; Difusión y Transparencia Proactiva, pero resalta es: Vinculación con la Sociedad. Esa que los ha calificado y criticado en algunas de sus decisiones y todavía no los entiende.
Será porque a lo mejor no se han tenido los mejores canales para explicar las resoluciones.
Ya juzgaremos en el camino a Don Juan, que espera estrenar cargo en enero, antes que lleguen los Reyes Magos. Pero su carta, estará en el nacimiento, porque él no es de árbol de navidad.

Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com

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