martes, 25 de enero de 2011

¿Dónde están los misteriosos Desaparecedores para Poiré Romero?



No piense mal. No hay nada personal contra Alejandro Alfonso Poiré Romero, catedrático e ilustre politólogo, hoy convertido en flamante secretario técnico del Sistema Nacional de Seguridad Pública y vocero del presidente Felipe Calderón en materia de seguridad pública.
Salió a decir a los medios que no habrá “tregua’’ a los chillones del cártel de La Familia Michoacana, pero nada de los exMisteriosos Desaparecedores o rebautizados integrantes de la Red por la Transformación Global (RTG), esos que privaron de su libertad a Diego Fernández de Cevallos.
Los tiempos informativos no perdonan. Mientras Poiré Romero salía a ufanarse que los integrantes de La Familia Michoacana están echados p’atrás, volvió a presumir sin evidencia alguna o recato legal, la muerte de Nazario Moreno González “El Chayo’’, uno de esos líderes michoacanos.
Al parecer vivimos en México, pero en imaginarios distintos.
Bien por él. Presumió eso y todas las bajas ocurridas en diciembre del 2010 y enero del 2011. Pero de los que secuestraron a excandidato presidencial en 1988 y senador de la República por el Partido Acción Nacional (PAN), hasta Poiré Romero u otro jerarca de la actual administración panista, no han salido a decir nada.
¡O basta!
Solo se han deslindado. La Procuraduría General de la República (PGR) al frente de Arturo Chávez Chávez lo contó desde entonces con reporteros que no harían nada, pero si investigaría.
Mientras que por el otro lado, Genaro García Luna y su policía “inteligente’’ de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), prefirió parar después de ser sorprendida y “amenazada’’ que El Jefe Diego sería muerto “si continuaban’’.
¿En qué país que se presume aplicar el Estado de Derecho, pasa esto?
¡Sí en México! Lo que conviene bien, lo que no ahí queda. Que luego se convierte en impunidad y se lamenten los tiempos después de no actuar, es otra cosa.

CONTRADICCIÓN DE TESIS

La reflexión es bien sencilla. Los exmisteriosos Desaparecedores, que tomaron el nombre después que Felipe Calderón en unas de sus tantas conferencias que a veces “no recuerda’’ dijo que el secuestro de Diego era un misterio, saltaron ayer a difundir un documento de tres cuartillas.
Palabras más, palabras menos. Sostienen que El Jefe Diego fue “un chillón’’ que por escrito demandó –es parte del ser humano- no ser ejecutado, tras ser condenado a muerte.
Ellos tienen el mango del sartén. Cuando quieran pueden divulgar lo que Diego Fernández les escribió. Y aunque no se crea eso sería bueno para la mente de la República.
Los exmisteriosos Desaparecedores se echaron una arenga política. Eso es lo de menos. Pero además se deslindaron de haber secuestrado al empresario Eduardo García Valseca, ante las referencias que vendió su abogado Antonio Ortega.
Pero hay una frase elocuente y la reproducimos íntegra:
“Condenado a la pena capital Diego Fernández de Cevallos Ramos solicitó por escrito que ésta le fuese conmutada; encausada dicha solicitud, fue liberado a las 06:16 de la mañana del 20 de diciembre del 2010. Fernández de Cevallos hizo un registro pormenorizado de su encierro y tuvo tiempo para elegir sus primeras palabras frente a los medios sirviéndose de la retórica que lo caracteriza. Concedimos no(re)cortarle la barba, de lo demás (montaje mediático y cinismo sin límites) no nos hacemos cargo’’.
¿Quién investiga eso? ¿Qué funcionario debe dar la postura gubernamental? ¿Cuáles instituciones deben perseguir a esos misteriosos delincuentes? ¿Acaso no cometieron un delito? O ¿Nos quieren dorar la píldora?

Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com

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