martes, 29 de noviembre de 2011

Nada más y nada menos



Es el hombre más solo de México. Aunque tenga el amor de su familia, de doña Margarita Zavala e hijos. Así es en cualquier hogar. Ellos, los nuestros, nos dicen: sí a todo. Aunque no conozcan responsabilidad o peso de las decisiones de uno, la diferencia es que nosotros, no somos un “grupo’’, sino, uno solo.
A los cuales persiguen Bancos, acreedores y deudas. Porque, no nos alcanza con 6,000 pesos de salario, para pagar la mensualidad de un auto, la hipoteca de una casa –si así la quieren llamar- y enviar a nuestros hijos a un colegio particular. No les digo quién dijo eso, para que no lo odien.
Vamos a un pedazo de nuestra vida. Donde mamá y papá, son el centro del Universo, aunque se tenga un hijo (a) rebelde, mañoso o molestoso. Ellos no siempre hacen o aceptan nuestras recomendaciones, hacen lo que ellos consideran correcto, aunque después tengamos que corregir de nuevo cuando hay tiempo.
Cuándo no. Pues ya perdimos. Eso es lo único que piden millones de mexicanos. Hoy no vamos a entrar al fondo. Vamos por arriba del bosque, es mejor, en este momento.
Pero nuestros hijos o colaboradores son nuestros. Y por tanto ¡nosotros somos responsables de sus actos!
Se quiera o no.
Nuestro Presidente, aunque no hayamos votado por su partido o propuestas. Es y nada más, el responsable de lo que hacen a quiénes puso al frente de las Instituciones.
Eso es, lo que ahora se está explotando por abogados “vivales’’ o con trasfondo político, porque simple y llanamente, Felipe Calderón, reconoció, ratificó y acepto, preceptos de Tratados Internacionales, que ahora, quiera o no, los puso por encima de la Constitución e incluso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Independientemente de la cuestión jurídica “globalizada’’, en lo que no estamos de acuerdo, son en algunas decisiones suyas. O como dice la mayoría: No hace caso.
Lo grave, es que su sequito o grupo de poder, le digan: “No señor Presidente, ellos están equivocados’’.
El boletín de la Presidencia de la República y después la ayuda de Alejandra Sota, vocera presidencial en cuestión de seguridad, no fue la correcta. Ya hubo otros yerros. Podríamos contarles, pero mejor, si ustedes tienen memoria, los escribimos aquí.
¿Por qué decir? Que se “reserva el derecho’’ de contrademandar. Cuando la Corte Penal Internacional (CPI), asentada en la Haya, Holanda, todavía no se expresa, de sí, es admisible o no.
El mismo Presidente mexicano, validó los argumentos. Cuando el fondo aún no se revisa. Y lo más grave, es que Felipe Calderón, es egresado de una de las mejores escuelas de la abogacía del país: La Libre de Derecho.
Es de mecha corta. Eso se sabe. Pero responder hasta una mirada. Aquí y en cualquier parte del mundo, eso se denomina como “bravucón’’, que no es lo mismo que tenga la razón “legal’’ como él mismo ha definido.
Es el Presidente de México. Pero que malos asesores tiene.
Los abogados, muy “inteligentes’’ de un Colectivo de pensantes, al frente de Netzaí Sandoval, un abogado involucrado en las nuevas formas de pretender que se haga justicia en una nación como la nuestra, lo sacó de quicio, al igual que asesores y adeptos del Partido Acción Nacional (PAN).
Ellos y solo ellos, aventaron en la época decembrina, una bolita que “hoy’’ va caminado, para convertirse en un bloque de hielo, pero sin efectos legales. Si el señor Presidente y su bloque de asesores, hubieran entendido que es una acción política, más que nada.
Otra sería la historia.
Ahora sí, es responsabilidad de Felipe Calderón ¿qué va a pasar?
Vean sino. El expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien nos puede gustar o no. Y aún más, el candidato único, hoy del Partido Revolucionario Institucional (PRI), El Astroboy, Enrique Peña Nieto, lo defendieron.
¿Claro, ese es el nuevo PRI?

CONTRADICCIÓN DE TESIS

¿Es estrategia o complicidad?
Será una película de horror, narrada por el candidato único de “las izquierdas’’, Andrés Manuel López Obrador o esperamos, que los del Partido Acción Nacional (PAN), decidan quién es el bueno, para ¿no pensar mal?



Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com

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