lunes, 24 de mayo de 2010

Declaracionitis… y sigue la mata dando


Vicente Fox se administraba “Prozac” y tenía un vocero que salía a decir: “lo que el Presidente quiso decir es…”. De Felipe Calderón no se sabe aún que le administran o se autorreceta, pero tuvo que ser la oficina de prensa de Los Pinos a clarificar y hacer la transparencia jurídica, porque obviamente al egresado de La Escuela Libre de Derecho se le olvidó de nuevo que existe la verdad jurídica.
Esto porque se le ocurrió dar a conocer la muerte de Francisco Serrano Aramoni, ex administrador de Aduanas en Veracruz “levantado” por un grupo criminal de policías y Zetas en julio de 2009, que aunque no dijo su nombre, los medios intuyeron se trataba de él, algo que al Jefe del Ejecutivo no le agrada: que piensen los medios.
El desliz no se sabe si se adjudicará a quien prepara los discursos y no revisó el orador, que ofrecería el Presidente en la base naval Antón Lizardo, bastión de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), a donde fue invitado para conmemorar el 96 aniversario de la defensa del Puerto de Veracruz.
Lo que generó un intenso sonar de teléfonos de la “RED” como ocurrió en la Procuraduría General de la República (PGR), a donde desde Los Pinos preguntaron ¿Qué saben de esto?
La respuesta de la institución de procuración de justicia al mando de Arturo Chávez Chávez fue: “No tenemos nada”.
Cómo no había nada más que decir, los comunicólogos de la Presidencia tuvieron que apechugar y sacar un comunicado.
“La referencia en el sentido de que el señor Francisco Serrano Aramoni había sido encontrado asesinado es una información errónea, basada en versiones ofrecidas por personas implicadas en las averiguaciones, las cuales no han sido corroboradas. Por lo tanto, el señor Serrano Aramoni está en calidad de desaparecido”.
¿Entonces lo revivieron?
Los más afectados que tuvieron que tomar té de tila o un Dalay, fueron los caza-recompensas porque los 10 millones de pesos que ofreció el presidente Calderón el año pasado para quien diera informes para su ubicación, se esfumaron por la “declaracionitis”.
Esa que ha sido la constante de Los Pinos, impulsada por sus “comunicólogos” artistas y no egresados de carreras de comunicación universitarias, periodismo o chafitas, como quieran llamarle, pero que saben existe un protocolo de que la información debe ser “veraz” que no “verídica” a lo que ni el Presidente o sus muchachos pueden apelar.
En resumen, fue otra más.

Contradicción de Tesis

Y lo volvieron hacer. La minoría, como los llamó Felipe Calderón, hicieron de las suyas en Monterrey al realizar otro “narcobloqueo” en sus principales avenidas, para que los que se están matando entre ellos hicieran pillerías. Levantaron a seis personas, entre ellos una mujer.
La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) reveló que fueron cuatro empresarios de las firmas Marchón y Ahmar de nombres Luis Miguel González Marato, Ángel Ernesto Montes de Oca Sánchez, Manuel Juárez y la capacitadora Aracely Hernández, hospedados en el hotel Holiday Inn, así como David Salas, la recepcionista.
Pero también a Carlos Huerta Puente, recepcionista del hotel Misión, contiguo al Holiday Inn a donde también fue a cometer tropelías un comando de 50 sicarios que se transportaron en 10 camionetas y luego huyeron por el cordón de seguridad creado por el “narcobloqueo”.

Por Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com.mx

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