20:36
Rubén
Sin demeritar a un consagrado periodista como Don Julio Scherer García que puede presumir ese noble nombre, que aún la SEP cataloga como “oficio” y tampoco como los “arrestos” de un insignificante reportero, éste sí incurrió en un yerro que hasta un profesor de periodismo de cualquier academia o universidad reitera: “¡Si lo tienes, agota! Una entrevista es un juego de esgrima”.
Lo que nos cronicó Don Julio dejó mucho que desear para el oficio periodístico, pero no nos engañemos, ya que eso puede terminar en un libro, si recibió el visto bueno de uno de los históricos Barones de la droga.
Lo loable del testimonio es la fotografía con Ismael “El Mayo” Zambada García, uno de los líderes del Cártel del Pacífico, junto con su compadre y amigo Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, ese que se fugó de un penal de máxima seguridad en 2001. Pero además, amigo de otros capos como Ignacio “Nacho” Coronel y Juan José Esparragoza Moreno “El Azul”, el verdadero capo de capos.
Es de ingenuos pensar siquiera que el forjador de la revista Proceso y de un movimiento de grandes reporteros, en los 70, contará todo; ingenuos como algunos “encumbrados” columnistas, unos que por cierto nunca han sido siquiera reporteros, pero sí leguleyos de algunos presidentes y funcionarios con lo que recibieron canonjías múltiples del pasado y quieren regresar al presente.
No me crean, pero viene un libro más de Scherer García. Sólo falta la venía del Señor para que pueda contar todo lo que le dijo. Lo que se le preguntó y posiblemente lo que quiso “El Mayo”.
Su éxito sin duda, el contacto. Vino de una entrevistada en la Ciudad de México, Doña Sandra Ávila Beltrán “La Reyna del Pacífico”, capturada por la Policía Federal y señalada como una de las grande traficantes y elegible para una extradición a Estados Unidos, con la venia del gobierno mexicano, no por cuestión jurídica, sino porque aquí en México no hay nada contra ella.
La foto muestra a un “Mayo” Zambada casi similar a otra que tiene la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), en su Centro de Inteligencia de Constituyentes, donde reporteros alguna vez visitantes del recinto la vieron y otras de grandes capos que sigue buscando Genaro García Luna y sus “inteligentes” investigadores, pero no los encuentran.
¿Cómo las obtuvo la SSPF y no los han capturado? Y Ahora “El Mayo” posó con Don Julio.
Nada que criticar al pedazo de texto aparecido en el último número de Proceso. Al contrario, sí mucha envidia. De la buena, la que construye puentes para que se entienda algo de lo que está ocurriendo en los municipios, estados y Ciudad de México, unidos como República, sobre todo en la violencia.
Si un reportero de cualquier fuente, no necesariamente de la Procuraduría General de la República (PGR), SSPF o las Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) o Marina Armada de México (Semar), hubiera hecho lo del escritor y novelista Julio Scherer, seguro hoy estaría sentando en las mazmorras de la Siedo, Sedena o Marina.
Para ser invitado a “cantar” todo lo demás que está “guardado” en el inconsciente, pero después sería acusado de ser “un narco periodista”. Su familia investigada, cuentas –si las tiene-, amistades y propiedades. Eso es seguro. Su vida estaría arruinada.
Incluso su vida profesional, porque los Jefes dudarían. Los dueños también, sus compañeros igual, pero lo más grave es que dirían ¿Cuánto se llevó?
Ahora a todos nos corroe la envidia ¿Quién no quisiera ese privilegio? Es el sueño de todo aquel que piensa, preparó y es reportero, no boletinero o creado por amistades en los medios, sin el más mínimo conocimiento de las estructuras de los géneros periodísticos, pero se dicen “columnistas” o “articulistas”.
Es ese el cuestionamiento. Lo contado por Don Julio es una narración de hechos, no una crónica y mucho menos una entrevista. Nada más.
Lo que nos cronicó Don Julio dejó mucho que desear para el oficio periodístico, pero no nos engañemos, ya que eso puede terminar en un libro, si recibió el visto bueno de uno de los históricos Barones de la droga.
Lo loable del testimonio es la fotografía con Ismael “El Mayo” Zambada García, uno de los líderes del Cártel del Pacífico, junto con su compadre y amigo Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, ese que se fugó de un penal de máxima seguridad en 2001. Pero además, amigo de otros capos como Ignacio “Nacho” Coronel y Juan José Esparragoza Moreno “El Azul”, el verdadero capo de capos.
Es de ingenuos pensar siquiera que el forjador de la revista Proceso y de un movimiento de grandes reporteros, en los 70, contará todo; ingenuos como algunos “encumbrados” columnistas, unos que por cierto nunca han sido siquiera reporteros, pero sí leguleyos de algunos presidentes y funcionarios con lo que recibieron canonjías múltiples del pasado y quieren regresar al presente.
No me crean, pero viene un libro más de Scherer García. Sólo falta la venía del Señor para que pueda contar todo lo que le dijo. Lo que se le preguntó y posiblemente lo que quiso “El Mayo”.
Su éxito sin duda, el contacto. Vino de una entrevistada en la Ciudad de México, Doña Sandra Ávila Beltrán “La Reyna del Pacífico”, capturada por la Policía Federal y señalada como una de las grande traficantes y elegible para una extradición a Estados Unidos, con la venia del gobierno mexicano, no por cuestión jurídica, sino porque aquí en México no hay nada contra ella.
La foto muestra a un “Mayo” Zambada casi similar a otra que tiene la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), en su Centro de Inteligencia de Constituyentes, donde reporteros alguna vez visitantes del recinto la vieron y otras de grandes capos que sigue buscando Genaro García Luna y sus “inteligentes” investigadores, pero no los encuentran.
¿Cómo las obtuvo la SSPF y no los han capturado? Y Ahora “El Mayo” posó con Don Julio.
Nada que criticar al pedazo de texto aparecido en el último número de Proceso. Al contrario, sí mucha envidia. De la buena, la que construye puentes para que se entienda algo de lo que está ocurriendo en los municipios, estados y Ciudad de México, unidos como República, sobre todo en la violencia.
Si un reportero de cualquier fuente, no necesariamente de la Procuraduría General de la República (PGR), SSPF o las Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) o Marina Armada de México (Semar), hubiera hecho lo del escritor y novelista Julio Scherer, seguro hoy estaría sentando en las mazmorras de la Siedo, Sedena o Marina.
Para ser invitado a “cantar” todo lo demás que está “guardado” en el inconsciente, pero después sería acusado de ser “un narco periodista”. Su familia investigada, cuentas –si las tiene-, amistades y propiedades. Eso es seguro. Su vida estaría arruinada.
Incluso su vida profesional, porque los Jefes dudarían. Los dueños también, sus compañeros igual, pero lo más grave es que dirían ¿Cuánto se llevó?
Ahora a todos nos corroe la envidia ¿Quién no quisiera ese privilegio? Es el sueño de todo aquel que piensa, preparó y es reportero, no boletinero o creado por amistades en los medios, sin el más mínimo conocimiento de las estructuras de los géneros periodísticos, pero se dicen “columnistas” o “articulistas”.
Es ese el cuestionamiento. Lo contado por Don Julio es una narración de hechos, no una crónica y mucho menos una entrevista. Nada más.
Contradicción de Tesis
Sí, fue un Vía Crucis de Semana Santa. Pero de sangre.
Por Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com.mx
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