lunes, 24 de mayo de 2010

Mexicanos en espera… envidian a Joaquín Sabina

Cuántos mexicanos que han pensado diferente al presidente Felipe Calderón, cuestionado sus métodos y estrategias en la lucha contra el narcotráfico que declaró en 2006 (no así una decisión que habría que asumir), habrán sentido envidia o pensado que son de segunda clase, al no ser invitados desde diciembre de hace tres años, siquiera a pisar la sala de recepción de Los Pinos, tras el convite que hizo el Ejecutivo al cantante español Joaquín Sabina.
Que de seguro obtuvo información más valiosa con motivos y fundamentos de los que se difunden a nivel nacional sobre la cruzada gubernamental -que no nacional- contra grupos del crimen organizado y cárteles de la droga, con lo que de seguro Sabina habrá de decir en alguna ocasión, en nuestro país, en un gesto comprensible, porqué llamó “ingenuo” a su anfitrión.
Ese sólo hecho realizado el 12 de abril en una conferencia como las que hace en todas partes del mundo, le generó el llamado a comer, junto con otros “ilustres”, entre ellos, el ayatola de los lamentos, Fernando Gómez Mont, que antes de ayer le envió una misiva “explicativa”.
Será tanta la idolatría de Calderón al cantautor español que en su gira internacional donde recoge o “coge” –vamos a lo ibérico- dineros para después cambiar a divisas estadounidenses a motu proprio, con mencionar errores u “horrores”, o que nos sigue persiguiendo la veneración al extranjero que trae la palabra divina.
Eso habría de responder a futuro el huésped de Los Pinos, antes o después que acabe su contrato de arrendamiento que le financiaron los electores en la última contienda electoral.
¿Y los mexicanos que sí saben? ¿Cuándo serán convidados siquiera a una plática? No se aboga por aquellos que hablan mal de México ni los que no apoyan justas deportivas y se van a Brasil, donde hay más muertos que aquí, según la percepción de otros ciudadanos.
Estamos a la espera de las invitaciones., pero ojalá se quite la venda o escuche a los suyos, no sólo a extranjeros que le hicieron ver que la estrategia no está siendo efectiva, sino catastrófica, aunque sean muertos los “menos” a manos de un puñado de delincuentes, pero también de una “minoría” de Fuerzas Federales.

Contradicción de Tesis

Ya se fueron 12. Eran Policías Federales que tomaron un curso de moralidad, ética y obligaciones en defensa de la ciudadanía en el “instituto de Formación Profesional” de la SSPF.
Eran parte de los 2 mil 500 nuevos elementos que combate desde abril de 2010 a cárteles de la droga que disputan la estratégica plaza al cártel de Ciudad Juárez en Chihuahua.
Entonces, de los 2 mil 500 que llegaron, quedan 2 mil 488, pero esperemos no sigan la canción infantil “de los que quedaban… ahora quedan y así”, sino en verdad logren lo que se proponen: delimitar, que no erradicar, a la “minoría” en esa ciudad, la más violenta del país, para que los juarenses vivan en tranquilidad y no en “paz”, porque eso sería lamentable, estarían enterrados.
Que esos 12 -que viene a la memoria “Los Doce del Patíbulo”- sean los últimos, porque llegaron a Ciudad Juárez no a combatir a los malosos, sino a los que llegaron para atacar a los mafiosos y resultaron peor que a los que atacan.
Esto porque los policías federales extorsionaron a sus “propios compañeros” que andaban como lo manejan ellos en su jerga popular: “pagándole al peligro”, esto es, sacar una lana más que tienen viáticos y salario para enviar a casa.
Se dio a conocer la captura, ahora la consignación, pero no quién será el vigilante para que estos hechos vergonzosos no se vuelvan a repetir, en un momento tan delicado y sobre todo en tiempos que Joaquín Sabinas nos visita.

Por Rubén Torres
rtorres@eleconomista.com.mx

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