lunes, 24 de mayo de 2010

La guerra mediática


En copia fiel de lo que hicieron abogados de famosos delincuentes de “cuello blanco” y alta alcurnia en el sexenio del presidente Carlos Salinas, las Fuerzas Armadas aprendieron el truco.
Para el manejo de crisis, hicieron circular en varios medios de comunicación cómo sus soldados han sido juzgados por tribunales civiles por violentar los derechos humanos.
Esa presencia fáctica no se ve reflejada en los sectores sociales, en los que se incluyó la Iglesia Católica, que hizo oír fuerte el fin de semana en voz del Cardenal Primado de México, Norberto Rivera Carrera, y otros prelados, la demanda de que los militares regresen a sus cuarteles porque se están desbordando.
Que se suman a los reclamos de Amnistía Internacional (AI) capítulo México y que ha dejado una estela de reproches, dimes y diretes contra los “ingenuos” que piden eso, como los calificó el presidente Felipe Calderón.
La guerra que declaró el Jefe del Ejecutivo a tres años ha sido costosa y poco efectiva; lo dicen los especialistas, representantes de partidos políticos, empresarios, industriales y la misma población que ha sido afectada por esas acciones. Entonces ¿qué hay que esperar?
Los reclamos no son para que se retiren todos los elementos del Ejército, que forma parte de uno de los más nobles instrumentos del Estado, que ha sustentado por muchos años cualquier intento desestabilizador e interventor por décadas en el combate al narcotráfico. Fenómeno que no es nuevo.
Lo que se requiere es que los 45 mil elementos por lo menos tengan un espacio de respiro, porque el cansancio natural lleva a cometer abusos. Eso es lo que se pide, el control de las tropas, porque no están enfrentando una guerra convencional, sino ahí están los hechos de cómo está operando el crimen organizado, copiando también la “guerra de guerrillas”.
Método que sólo aplicaban movimientos rebeldes y guerrilleros de América Central o Sudamérica, algunos mexicanos lo intentaron pero no les funcionó. Ahora los sicarios de los narcotraficantes están en eso, añadiendo el acto psicológico del “terror”.
El síndrome del terror es lo que precisamente ha engendrado en la mente de los elementos de mil 661 corporaciones policíacas identificadas en un libro por el responsable de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), Genaro García Luna, y que ahora quiere desaparecer de un plumazo.
Y esto hace eco en los militares de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que aplican en una “guerra no convencional” lo que se instruye en las academias castrenses. Dispara, porque si no… te van a disparar. Eso es lo que está llevando a los excesos.
Ahora impugnados por los propios jerarcas de la Iglesia Católica, que aunque piden no se “estigmatice” la labor de los verde-olivo sí recomiendan que se retiren, por lo menos que hagan algo y no que difundan en los medios de comunicación como estrategia que se castiga lo castigable, porque hay evidencias de que no es así.

Por Rubén Torres

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